Yo escribo de oído,
sin pentagrama,
desafinando a propio intento,
propenso siempre al alarido.
Que es el poema desagüe,
drenaje muchas veces
de la pus que a mí me inflama.
Otras veces puede ser
vertedero de belleza
cuando la vida te guiña
en latido breve,
cuando precisas suspiro,
quizá jadeo
en el estallido del universo
que se expande cuando quizá se ama.
Y hay versos de barricada,
indignadas palabras pintadas en los muros
que construye el hombre oscuro,
el mercader de todo miedo,
que estallen en las mentes
que sestean
mientras galopa la estampida.
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