este relato,
esta narrativa distópica
que nos mata,
nos encierra,
nos rabia
armándonos de quijada
para el golpe hermano.
Se escribirán libros
de cuentas de muertos,
muertos solitarios
en lo gélido
que habrá quién atesore
en el haber en lugar del debe,
como activos rentables
para lo mezquino.
Tomos habrá
de lo que se hizo mal,
sobre lo que no se hizo
y se deshizo,
sobre lo que no hubo
porque lo vendieron unos
y lo que mal compraron otros.
Renglones de honor para las gentes
olvidadas de las batas
y el aliento a cara descubierta
a costa de la vida propia,
la gente que nos salva
y nos salvó siempre.
Páginas sobre el luto expropiado,
decretado en partidario
antes del fin,
para llorar a diario
a bandera y crespón,
como si necesitáramos
sal en la herida
antes de parar la hemorragia,
como si no lloráramos las horas
que nos pesan a cada dato.
Habrá versos sobre los besos robados,
cuando anidaban en el cada día
de la caricia al encuentro.
Libros habrá,
también sobre esto
si de esto salimos,
que así será.
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