Es cuando menos te lo esperas
que las campanas pueden doblar
por ti,
por mí,
por cualquiera
o por todos para encerrarnos
por no morirnos.
Puedes velar las armas,
velarte el cadáver
y compartir el duelo
en redes de la impostura.
La tecnología da para ello,
retratarte contigo extinto
desafinando notas de adagio de melaza.
La espada es más muleta
que tizona heroica,
sostén de la osamenta
de un hidalgo hidenada.
Parece escampar afuera
pero qué más dará
si las campanas ya doblaron
por ti y por mí,
sin acertar el cuando.
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