No tengo mucho interés en la calle de las mascarillas,
de los metros pautados y los encuentros huidizos,
desolándome quizá más
la nueva realidad de la anormalidad regulada
que el cautiverio cierto.
Pero son las circunstancias y estos tiempos,
esta ola que nos barre el ánimo,
los deseos y las posibilidades.
La vida de momento está,
y poco no es en según qué casos,
empujando hacia las puertas
que ya no eran ni sabidas,
hacia el aire hostil y la gente hostil
por vocación o precauciones.
Este salón ya me detesta,
la casa me bosteza a cada paso,
a cada llanto esporádico
de primate sensiblero.
Nos veremos, sé que nos veremos todas,
todos y sabremos de los que faltan
para cargarnos de arenas la entraña.
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