Desescalaré por los versos
como quien rueda por la escalera
de un inmueble ruinoso,
tras visita inexcusable,
ineludible y odiosa.
Me deslizo en tobogán
por el metal más desinfectado
en caída nunca libre.
Esta montaña rusa
no despeinará ya
la melena que un día fue.
El vértigo a mí no acude,
no me inquieta la caída
y el destino bien puede ser valle
o lecho de río muerto
que igual dará
donde mi osamenta tope.
Hijo soy de las pendientes
y la llanura fue excepción
en mi transcurso.
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