Ataúdes prematuros,
envueltos en estandarte caminan
levitando en jóvenes hombros
de hermanos de fusil.
En tierras de sangre,
de dioses enfrentados
desde el inicio,
desde el alba de las culturas.
En tierras de labor de espada,
aradas a alfanje y versículo
y trilladas a tabla,
tabla de Moisés,
propios y adoptados,
hijos.
Las madres,
descarnadas de la entraña,
desgarran el aire con el grito
que se apaga en el canto engolado,
en el himno ritual.
Parabienes en nombre de la paz,
paz que se retrasa,
que no llega
pues no le dejan sitio.
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