Y vivir negado,
traspapelado
entre expedientes
de amor fugaz,
intensa llama breve
que se extingue
entre mis dedos.
Es el sino
del herido crónico,
sangrante de a diario,
que entrega y toma
piel e intención
a espuertas.
Es verdad,
déjame
sin tenerme
que es lo procedente.
Lo adecuado
tras los tornados
de sábanas
que dejaron
escombro
en este pecho abierto,
inerme siempre
ante una ternura leve,
creíble,
asumible
como condena.
El castigo
del amante incauto.
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