No te esfuerces,
vida más mía,
pues algo aporté a tu carne,
en comprender avatares
de adultos en remolino.
Cuánto dañan las ausencias,
las parciales en pacto
que no suscribes,
y tu daño daña
mis meollos,
y arden los tuétanos
al verte,
atónita,
preguntar verdades
de realidades turbias.
No te faltará abrigo,
reversible
a tiempo parcial,
para ahuyentar los miedos
de niña perdida
en bosques nuevos.
Que quedan los pilares,
redistribuídos,
donde asentar tu torre
y elevarla al Sol,
tu origen cierto
de luz temprana.
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