Vas tranquilo,
transitando la escalera,
en un descansillo,
la estocada certera,
que te despierta,
que te recuerda,
que a la salida
no siempre hay puerta.
Un fogonazo
de luz intensa,
caes al regazo
de una nube densa.
Por eso mira,
transita sin ceguera,
para y respira,
recambia las aceras
y los portales,
los ventanales,
metales por madera.
Busca los ojos
que miran sin más velo
que los antojos
que el aire hace en el pelo.
Busca una boca
de beso urgente,
el que te desboca
al galope valiente.
Sobrevuela lechos
de sábanas de agua,
sumérgete en ellos
tras tender tu alma.
Recoje las flores
pero sin cortarlas,
guarda sus olores
en recuerdos de nata,
y almacénalos,
atesóralos,
que es mejor que nada,
que es mejor que Dios.
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