Cuando se debilita el orbe
y oblonga torna su osamenta,
las órbitas recorridas son obviadas
y se resaltan geografías,
valles y cimas,
y simas,
y seísmos.
Mucho lustre,
herrumbre mucha,
sobre los metales prendidos.
Los pilares de la Tierra
ortopédicos se antojan
y lo ecuestre no ha lugar
en los días de pájaros azules,
veloces mensajeros
de la consigna propicia.
Pasar revista
a la guardia vieja,
desencantada del estandarte,
que murmura faldas alzadas
tras tapices polvorientos.
Viaje final,
tren de Lisboa,
el hijo del marino
sonríe poco
en la aridez castellana.
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