Las baldosas que ahora piso,
que no conducen a ningún reino,
se resignan a mi torpe paso,
amables y cumplidoras,
sin preguntar trayecto.
Lo andado allá quedó,
aparcado en los arcenes
y asumiendo la maleza
que crece invasiva,
abrigando lo vivido.
Tengo piedras en los bolsillos
por anclarme al firme,
no vaya a ser que levite
de la levedad que nos condena.
Y tengo gente,
alguna gente que me tolera,
me sustenta y me alienta,
con la que extiendo los senderos
dejando estelas de espuma
atrás,
en lo navegado.
que no conducen a ningún reino,
se resignan a mi torpe paso,
amables y cumplidoras,
sin preguntar trayecto.
Lo andado allá quedó,
aparcado en los arcenes
y asumiendo la maleza
que crece invasiva,
abrigando lo vivido.
Tengo piedras en los bolsillos
por anclarme al firme,
no vaya a ser que levite
de la levedad que nos condena.
Y tengo gente,
alguna gente que me tolera,
me sustenta y me alienta,
con la que extiendo los senderos
dejando estelas de espuma
atrás,
en lo navegado.
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