Vuelvo a pisar las plazas
de esta ciudad de fronteras
y la memoria florece
en las rendijas de los pavimentos,
en los ancianos troncos de los álamos,
en la forja de los bancos
y los pebeteros de las fuentes.
Envejezco oyendo infancia
hablar el habla que no hablo.
La templada brisa
de un agosto plano
me lame la entraña
y respiro eso
que algunos llaman patria
y yo lo llamo tiempo.
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