y se coló una certeza de plomo viejo.
Verdad densa sin lugar a dudas de contrapelo,
de esas verdades inamovibles
que se aseveran en propia esencia.
Y desde entonces así seguimos,
ciertos,
incólumes en convicción
e inasequibles al desasosiego.
Felices por reafirmados,
libres del miedo a relatividades,
hieráticos de escultura etrusca.
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