Quedan besos flotando
por todos los andenes
y lágrimas de vacío
regando las traviesas,
ecos de pisadas
persiguiendo ventanillas
y en consigna,
baldas deformadas
por valijas cargadas
de esperanzas y temores.
Fríos sonidos,
martillo en rueda,
aire denso
de adiós y espera.
Pues yo debido a mi situación geográfica, jamás volveré a ver, un apeadero o una estación de tren como algo romántico. ¡Ni queriendo vamos!
ResponderEliminarEso sí el poema, muy bueno. :S