Dispersos por la tierra
empeñados en que nos duela,
abofetearnos de su odio,
de su fe pagana de detonador,
de acecho de cañón de retaguardia.
Son cazados y sus caras,
espejos de la cobardía,
esperan el vítor de los fieles,
el homenaje al gladiador herido.
Escoria humana
de la que huyen los vertederos,
fetidez de rata
que contamina las tajeas.
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