Llegado el día,
no sin esfuerzo,
saqué el título,
Licenciado en Divinidad,
Doctor en Creadurías.
Comencé creando un hombre,
imágen y semejanza mía,
pero perfecto.
Al principio perfecto,
cúmulo de mis virtudes
potenciadas al límite,
libre de mis faltas,
impecable,
impecador pero libre.
Me respetó,
pecó y,
arrepentido y reprendido,
me oró,
fé me tuvo
y tuvo razón.
Razón tuvo y razonando,
el pensamiento traidor,
la ingrata mente,
haciéndose preguntas,
soberbia en la respuesta,
me fue difuminando,
transparentando en el olvido,
dudando del porqué,
prescindiéndome
hasta la negación.
No me necesita,
luego no existo.
Bien, muy bien. A veces me cuesta seguiros. Pero releo, una y otra vez.
ResponderEliminarMagnífico.
Tienes usted mucho talento
ResponderEliminarQué sería de este pobre escribidor sin las visitas de estas musas que, aparte de inspiración, siempre proporcionan una palabra amable.
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