Esperar,
sentado en la cornisa
de un paciente roble
a que llegue el día
de retomar labores
de savia fresca.
Silbar sonatas
desafinadas de brisa
para acallar los trinos,
y el graznido deforme
de esa ave negra
que a veces visita
mis momentos,
pretendiendo anidar,
usurpadora,
en la copa que habitan
los estorninos.
Cuan fácil es
engañarse en esperanzas,
en lo preceptivo,
lo común,
lo que debía ser
no solo a ratos,
mas parece que es necia
la voluntad de la nube,
insistiendo
en la anegada
que pudre la raiz,
forzando el colapso
del tronco descortezado.
Esperar,siempre esperar
ResponderEliminary llegará la noche
en sombras misteriosas
con su parco silencio
que cosas traerá.