Mis cabellos,
de diente de león,
me abandonan
con la brisa,
germinando canas
en otros craneos
en barbecho.
El tiempo gastado
cuelga de mis perchas,
junto a las polillas
cenadas
en noches de cortina.
Pero eso soy,
nudo de células
perecederas,
y no lamento
erosiones,
que algunas fueron gozo.
Tampoco me urge
cerrar cuentas,
que habrá tiempo,
o no lo habrá,
y los números
se apilarán en hospicio.
Espero poder
seguir siendo
sufrido,
tolerado,
mas no me apuran
los relojes
que se deslabazan
entre mis dedos.
No ansío
retrocesos.
Perezoso asumo
lo andado
sin retorno.
Y miro al frente,
receptivo
al horizonte.
de diente de león,
me abandonan
con la brisa,
germinando canas
en otros craneos
en barbecho.
El tiempo gastado
cuelga de mis perchas,
junto a las polillas
cenadas
en noches de cortina.
Pero eso soy,
nudo de células
perecederas,
y no lamento
erosiones,
que algunas fueron gozo.
Tampoco me urge
cerrar cuentas,
que habrá tiempo,
o no lo habrá,
y los números
se apilarán en hospicio.
Espero poder
seguir siendo
sufrido,
tolerado,
mas no me apuran
los relojes
que se deslabazan
entre mis dedos.
No ansío
retrocesos.
Perezoso asumo
lo andado
sin retorno.
Y miro al frente,
receptivo
al horizonte.
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