Hoy las palabras lloran,
huérfanas de Miguel.
Los cipreses alargan
más si cabe su sombra
para velar al hombre
que desgranó Castilla
sobre páginas del mundo.
Cogió "El Camino" último
serenamente,
en la modestia adusta
del cazador de pluma.
Todos lloran salvo "Las Ratas",
pues las ratas no entienden
de belleza seca
de dehesa bajo la helada.
Partió con Mario,
y más de cinco horas
se recordará su huella.
No quedan yá
Santos Inocentes,
pues la inocencia huye
cuando faltan letras.
El Señor Cayo,
desencantado,
no dará su voto
al último diputado.
Hoy cantan,
en campanarios huecos,
todas las "milanas bonitas".
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