No sé si mi cantar acierta
con las cuerdas de los violines
que desatan a mar abierta
las danzas de tus delfines.
No lo sé mas lo intento,
me sumerjo en tus misterios
cargado de voz y acento,
internándome en tu imperio,
que con susurros conquisto,
de mil sílabas provisto,
con sonrisa en gesto serio.
Sobre tí vierto mis lunas,
constelaciones de espejos,
mi palabra es quién te acuna
con voz rota de oro viejo.
No sé si soy futuro,
si presente dilatado,
solo soy fruto maduro,
en la entraña azucarado
y de corteza amarga,
pero nunca seré carga,
solo atillo bien atado.
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