Todo falso,
bien lacado
por brillos y satines,
emplumados de ternuras
los caprichos gozosos,
mas la navaja asoma
la herrumbrosa hoja
de rabia primaria
por el despecho
de consentida.
Nunca volvería
a comer de tu mano
tus venenos endulzados,
tu único don
a más de tu carne ansiosa
de fiebres
en dosis prescrita.
No tiene mi buzón
cabida a las propagandas,
que empachado está
de tragar bilis intempestivas.
No seré divertimento
para tu séquito,
adulador de tus gracietas
a voz rota
de autómata
de escaparate,
pero si puedo,
acorralado,
ser pesadilla negra.
Bien quise
mantener lazos,
pero no sogas
que abrasan pieles
que fueron tuyas.
Bonito te vaya
en esa vida que complicas
y da a otro
lo que nunca diste.
martes, 2 de marzo de 2010
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