Tú, que te enfrentaste a molinos
de harinas tóxicas por el asfalto,
que viste del acero el brillo
hambriento por tu encarnadura,
sabiéndote candidato
al exterminio por la jauría,
no eres ni sombra en esta batalla
de lo cotidiano lacerante,
doméstico pero indomable
e inerme estás por ser ajeno.
Porque si dices,
porque si callas,
porque si ignoras,
porque si estallas,
porque te escondes,
porque te evades.
Porque no eres,
qué vas a ser,
ni ser quisieras
aunque nunca se te otorgue.
de harinas tóxicas por el asfalto,
que viste del acero el brillo
hambriento por tu encarnadura,
sabiéndote candidato
al exterminio por la jauría,
no eres ni sombra en esta batalla
de lo cotidiano lacerante,
doméstico pero indomable
e inerme estás por ser ajeno.
Porque si dices,
porque si callas,
porque si ignoras,
porque si estallas,
porque te escondes,
porque te evades.
Porque no eres,
qué vas a ser,
ni ser quisieras
aunque nunca se te otorgue.
Y no estás para campañas
a las puertas de Stalingrado,
fueron cincuenta los inviernos
y el enemigo tiene trinchera cierta,
sabiéndose portador
de bandera vencedora.
A saber lo que durará esta guardia,
con los dedos escarchados,
la osamenta crujiente
y el ánimo agrio.
Mas tu derrota será retirada,
ni rendición ni cautiverio.
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