En un mismo día
puede uno abrir los palomares,
desatar constelaciones
en galaxias amables
y morir entre muslos.
En ese mismo día
puede retornar la ausencia,
los vacíos viejos
que nos hurgan el entresijo,
y pasar uno puede
de la euforia húmeda
a la aridez de horizontes eternos.
Es el pensar,
el dudar,
el no saber nada
y querer todo saber en ansia.
El qué se puede,
qué no se puede,
si se debe o no,
la conciencia real
sin purgatorio posible
que te absuelva del error
de vivir errático,
como siempre ha sido.
Bienaventurado aquél
que en la simpleza se instaura.
puede uno abrir los palomares,
desatar constelaciones
en galaxias amables
y morir entre muslos.
En ese mismo día
puede retornar la ausencia,
los vacíos viejos
que nos hurgan el entresijo,
y pasar uno puede
de la euforia húmeda
a la aridez de horizontes eternos.
Es el pensar,
el dudar,
el no saber nada
y querer todo saber en ansia.
El qué se puede,
qué no se puede,
si se debe o no,
la conciencia real
sin purgatorio posible
que te absuelva del error
de vivir errático,
como siempre ha sido.
Bienaventurado aquél
que en la simpleza se instaura.
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