Esperar señales,
erguido ante la nube
con la herrumbre dispuesta,
pero esta luz es lenta
y el retardo desalienta
a quien no tiene quien le escriba.
Señal de mí,
porque en señal me tengo,
en prenda y señalado
por el rayo,
que en silencio quiebra
el mástil más recio
y después informa,
con redoble de desatino,
que se consumó el patíbulo.
Señal,
sin seña
de remisión,
que se extravía en el éter
de una borrasca perezosa
que quizá se ensañe
con quien metal enseña.
No da señales de vida
quien de la vida sueña
en el letargo amargo
de la mazmorra de existencia.
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