Panza arriba en los solares,
noto vuestra mirada entre rendijas,
ansiosa por mis pesares,
mas yo me lamo indolente
y me espanto los picores
de vuestros ojos de avispa.
Tras la valla me sitúo,
íntimo en lo público,
y maúllo cantares picantes
para vuestros oídos rancios
de amarillo misal.
Me reluce la pelambre,
salivas propias y ajenas,
que por mis lomos pasaron
como quien viaja en primera.
Al nivel de los tejados,
vulnerando chimeneas
y a las palomas infartando,
y al ras del suelo,
entre hierbas,
os huelo a la legua y media
y distorsiono los rumbos.
Tendré que vivir la sexta
que de las siete me queda,
ésta y la prórroga,
que hace el siete
que me resta.
Y si he de hacerlo entre vías,
de alero a canalón,
mejor que en solar vallado
de pupilas entre tablas.
Que el ruido me espanta
a la vez que me aburre,
y la sarna no es vocación mía.
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