No tengo las dobleces que me buscan,
que con empeño me adjudican
cuando es la transparencia cruda
la norma en la que habito.
Bien es cierto que más callo.
No pronunciarme me acomoda
y me evita el exabrupto,
pues nada aporta navegar
en tempestad de necedades.
Pero no he la mala entraña
que me acuñan en falsa moneda
ni uso embozo
ni emboscada.
Cierto es que me disperso,
me despisto en lo común
y evito inclinarme en reverencia,
mas no es afán de hacer ofensa.
Gente hay de torcido gesto,
que calla arrugando hocico
y atesora hiel que le amarga el rictus.
Gente que acusa de lo que ejerce
y achaca al prójimo intenciones
que le son propias en lo cotidiano.
De frente suelo ir,
si no es así es el silencio
el que me cobija
de las heladas lluvias
de los rencores primarios.
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