Mente de cuatro cortos años
hilando palabras grandilocuentes,
entretejiendo entelequias,
emulando complejidades adultas,
imposibles conversaciones de alta tertulia.
Teatrales gestos que desbordan
el mínimo óvalo del infantil rostro,
enfatizados por danzarinas manos,
voladoras, redondas y abiertas,
con los nudillos ocultos.
Reproches a la imaginaria amiga,
objeto de las frustraciones
y chivo expiatorio de la travesura.
No tengas tanta prisa
por alcanzar el absurdo,
la triste sofisticación
del mayor,
huérfano de la inocencia
y de la verdad de lo que es cierto.
Téneis un tesoro, Ramirez. No lo enseñéis a cualquiera. Codiciosas son las miradas y crueles las manos.
ResponderEliminarLos halagos, aunque pueden llegar por otros cauces, mejor que éstos sean directos, por lo cuál le presento mis respetos y mi admiración por sus palabras.
ResponderEliminarBuenas tardes