Hay días en que se evocan todas las fiebres,
encuentros de piel contra piel,
aliento ahogado por aliento,
monopolios de la saliva sedienta.
La furia de la carne temblorosa y tensa,
ríos internos de sangre hirviendo,
aromas de sal,
espuma de ola
y sabores de cuerpo.
Sábanas arrasadas en la contienda,
derrame de néctar de abiertas flores
en voraz incendio de ansias guardadas.
Hay días en que se evocan todas las muertes,
cuando te vacías de vida
trasvasándola entre anatomías
en el cúlmen del ritual arcano,
el reloj fundido en la pared sudorosa
de la alcoba del templo.
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