Desde el salón calefactado,
en mesa de centro,
se pueden tener flores
de las que,
a ratos,
aspirar aromas clandestinos.
En sábanas planchadas
se puede soñar
con tormentas,
oleadas de mar embravecido.
Pero yo quiero caminos,
no escondrijos,
que el monte se empina
para el natural del llano.
Cansado ando
del furtiveo,
que tengo licencia
de caza menor.
Sigue en la cúpula
acristalada,
impoluta,
y no te arriesgues,
no busques filos
de navaja.
Sé feliz,
paciente,
estable,
que no mereces
turbulencias.
Mas no exijas
la luz
si andas a oscuras.
Buscando ando
mi sendero,
sin atajos,
sin túneles oscuros,
y ahí sigo,
caminando a tientas.
Quizá,
un día,
haya cruce,
y descanso,
y asentamiento.
Quizá.
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