Este otoño
ruinoso
se desploma
sobre mi osamenta.
Ahora espero
el desescombro,
paciente
y confiado
en los azares
al rescate.
Rebozado
en arenas
y hojas de castaño,
canto lánguidas
baladas de estación.
Me alimento
de larvas de gangrena
y sacio la sed
con lloviznas.
Damnificado
del dorado
de las lomas,
del rocío áspero,
del acorde de un cello.
No recuerdo
si hay póliza
para tal siniestro
que nadie asegura
otoños sin derrumbe.
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