Enjugar lágrimas,
a distancia,
con dedos de espuma.
Abrazar,
en sobrevuelo
lo inabarcable
de un sentir.
No temer
encuentros,
salir a la azotea
y gritar,
aquí estoy,
con lo que estoy
cuando quiero.
Se marchitaron los brotes de versos en las yemas de estos sarmientos, gélidos de la nevada, y el racimo es promesa por incumplir. No abu...
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