No es el gris
el que me ahoga,
que es el marrón
más terco
el que me aparta
del rosáceo
que añoro y duele.
También me quita
el pardo
los azules,
los violáceos
de pasiones densas y,
sin esperanzas,
extravío los verdes.
Es el marrón
de arcilla arcana,
de cieno empastado,
el dominante
en la paleta
de este cuadro,
esta obra tardía
sobre lienzo ajado.
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