Reviso las zancadillas,
los teléfonos en navaja
pinchando en hueso,
erráticos de intención,
saboteando mi nave
en mares propios,
nunca hostiles en sus olas
contra mi casco apolillado.
No se puede con la niebla
que pesa a diario
sobre hombros quebrados.
No se puede con la nube
que se empapa en hieles,
necia y veleidosa,
voluble según la racha
de los vientos bebidos.
Mas no valen tretas
para sustraerme carne,
que la carne es mía
por vena y boca.
Mala alianza busca
pues aún tengo entorno,
leal a contraviento,
y no hay esputo
donde siempre hubo beso.
lunes, 5 de abril de 2010
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