Por la avenida ancha
de las vidas rotas
caben barcos de acero
herrumbrando las aceras.
Navegan hormigones calmos,
rompiendo olas de baldosa
y de las junturas
saltan peces de hielo
de las almas escarchadas.
Ajeno a las bocinas
nado en seco,
que no me moja
el reproche extemporáneo,
que no tengo bandera
ni patrón
y pesco siempre
en aguas turbias.
Y cómo cansan
las derivas
por las calles en canal.
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