Tanto decir,
tanto decir
y no hacer,
ni deshacer.
Extinguir,
ascuas que expelen
humo de palabras
de muchos ecos
sabidos,
cenizas
de los incendios
esporádicos.
Así es,
estático,
congelado
en tiempos
esculpidos
en bellos mármoles,
museo,
visita guiada
con entrada falsa.
Se recrudece
el otoño
del almanaque
que se desangra
de página diaria.
Y no hay,
o no parece,
que haya recambio
para las estaciones
usadas,
cumplidas,
caducadas.
Mirar las pantallas,
esperar cambios
en teletexto.
Salidas,
sin llegada.
Todo cancelado.
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