Con las avalanchas de ropa sucia
llegan tormentas de platos rotos,
no habrá paraguas para esta lluvia
que, aun siendo seca, es maremoto.
Huele a quemado de las alubias
que se pensaron se hacían solas,
ahora el pan seco sólo se rumia,
no es lugar éste para amapolas.
Porque el sol del ruido huye,
distorsiona esa gramola,
del grifo sólo hiel fluye.
Murió Mario en la consola,
la tragedia ya se intuye,
en la puerta ya hacen cola.
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