miércoles, 12 de diciembre de 2018

DEL SILENCIO.

Entonces fue que dijo nada 
y el silencio se instaló en la antesala, 
denso y expansivo, 
robando espacios por decreto. 

El silencio es húmedo 
y te impregna, 
lastra la ropa y la agrava, 
horada el hueso doliendo 
como duelen las partidas. 

Y uno olisquea el aire 
en busca de un leve trino, 
un zumbido quizá de ala de insecto 
que corrobore el ser, 
que le abrigue del frío 
de la ausencia de todo. 

El silencio pide aullido 
como terapia y autoayuda. 

El silencio reclama vuelo 
de las palabras cautivas. 


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