cuanto me apena,
cuanto me apena España
y este pueblo entregado
al celofán viscoso de las mordazas antiguas.
De verdad que me apena.
No me creeréis si os digo
que a veces lloro
cuando me absorbe este horizonte de sucesos.
Me duele,
cuanto me duele,
cuanto me duele ver como nos llevaron
a esta ciénaga donde se pudren las flores
de cualquier esperanza.
Muero un poco cada vez
que me topo con el muro denso
de las ideas prefabricadas
que nos traen los espectros
de fusiles oxidados
y paredones al gusto.
Quizá sólo tengamos
poco más de lo cultivado.
Quizá merezcamos
todos los holocaustos padecidos
por ser sólo sangre a entregar,
sangrienta víscera
envuelta en bandera de estraza.
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