No ayudo
con mis huídas
a renovar saludes,
que no,
que insisto
en el desastre
tropezando
complaciente,
empecinado en penas,
en cojos desamores,
forzando esguinces
de alma inestable.
Madrugo
inútil,
fuera de lugar
y tiempo,
a cantar llanto,
recreado en tragedia
absurda.
Plañidera sin invitar
a un funeral
de nadie.
Pero eso soy,
producto de ausencias,
resultado cero
de ecuaciones
sin parábola estable.
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