No cuenta ya
quién fuiste,
que te transmutaron,
borraron tu ser
al renovarte
y ahora,
tus pasos
malos siempre son.
Te miran,
agazapados
tras ventanas saeteras,
y aglutinan informes
que transmitir con saña.
Qué más da
quién fuiste
o lo que hiciste
si inventan tu presente
para enterrar pasado.
Conveniente es
justificar culpando
al solitario chivo
expiatorio del asunto.
Qué mejor tema
que tú,
enemigo oportuno,
para solapar miserias
y lavar las prendas
ácidas,
con cáustico jabón,
depurador de afectos.
Da igual si cambiaste
o te cambiaron,
confeccionan nuevo traje
o sambenito
para exponerte al mundo.
Vive,
ignora los vientos grises,
camina y tropieza
que da igual,
tienes marchamo
de vileza,
grabado en hojalata
de conserva rancia.
Si los ves,
sonríe,
saluda cordial
a las miradas de alfileres
y sigue,
sacudiéndote murmullos
que se adosan a tu espalda.
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