No se alarmen
mis amigos
ni gocen enemigos,
que no,
que no me escapo
y sigo,
y vivo,
y eso quiero,
vida a su pesar,
espinosa y fría,
pero latido
al que me agarro
y nunca suelto.
No va por ahí
mi gesto adusto,
ni mis versos tristes
ni las músicas
electas
para mi terapia
en desvarío.
No avisen al forense
que el cadáver está vivo
y coleando espera
seguir camino,
a tropiezo
o en atajo,
a rodeos
o al asalto.
Disculpen el gesto
de compartir sentires
que aparentan drama,
que no era eso,
canción era
de esperanza,
de futuro,
del vivir
de la vida
más mía.
Disculpen
torpezas equívocas,
no hagan caso
a mi ego
regado por
mil páginas.
Culpa mía es
compartir aliento.
Gracias mil
por preocuparse
por este suicida
imposible,
que nunca tuvo
prisa alguna
por despedirse.
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