Algo cansados ya
de trayectoria,
sentados en sillar viejo,
los recuerdos nos visitan
en inoportuna marea.
Atrás los sueños
jamás cumplidos,
las galas obscenas
de la pretensión del rito,
los pétalos efímeros
que leves ornan
nuestros torpes pasos
sobre pavimentos gastados
de savias, sangre y lágrima.
Giramos la cabeza
hacia lo nuevo tan antiguo
y preguntamos para qué.
Habrá que seguir camino
cotidiano y grave,
y llevarnos la estampa
de lo agridulce.
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