Cantar de amor,
desde guitarras de almíbar
y voz de viola,
con el flequillo oportuno,
puede ser fácil.
Los retratos de boda
suelen gritar hieles
desde los cabeceros
de camas amarillas,
al cabo de unas órbitas.
Vivir no es leyenda
y no se enmarcan
de labradas maderas nobles
las miserias cotidianas.
Amar no es estribillo
bajo foco naranja en vaselina.
Que amar escuece
y desamar entumece,
casi anestesia,
porque la vida es quirófano
de amputación constante.
Vivir es vivir,
no es relato aprendido,
y el guión es agua de río,
siempre otra a cada segundo.
jueves, 23 de julio de 2015
Cantor de amores.
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