Tengo interrogantes tendidas
en mi balcón lluvioso,
interrogantes nunca secas
de lágrima impotente.
Qué hacer con mis palmas vacías
de mano infante,
con el hueco que deja
escapar las aguas posibles,
con la telefónica voz desganada
desgranando monosílabos,
nunca del todo ciertos.
Qué hacer con los momentos
de imagen capturada
y presencia huída.
No saber qué,
cómo ni por qué
acontece este charco estancado
en el asfalto musgoso
de mi espalda.
Y al final del pasillo
resplandece la duda oscura
de lo posible
o lo perdido.
Y al final del pasillo
resplandece la duda oscura
de lo posible
o lo perdido.
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