Tiene el verano un rostro,
un aroma,
un estribillo,
que puede matarte
de sal vieja,
adherida de antaño
a tus pulmones de otoño.
Tiene sombras el verano,
a lenta cocción,
confitadas,
que te ocultan los pasados
jadeos húmedos
de arena impregnada.
Y la promiscua espuma,
orgásmica entre las conchas,
escribe versos sucios
sobre tu piel desmemoriada.
Verano intransigente
con los anhelos abortados.
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