martes, 7 de julio de 2015

EN VERDAD OS DIGO.

En verdad os digo 
que tuve un huerto abierto 
en las arenas del pecho, 
que caminaba pantanos tibios 
que inauguró un general 
y sané la lepra que se incrusta 
en las mentes dolidas. 
Hubo un día en que 
multiplicaba panes de palabra 
y voladores peces de intención amable 
entre hambrientos de consuelo en caldo. 
Confieso que fui bueno, 
amé prójimas más que a mí mismo 
y me dejaron llagas de clavo amargo. 
Ataqué a los mercaderes 
de sueño envasado 
y los expulsé de sucios templos 
de desesperanza. 
Dí mi sangre en las aceras 
de capitales pútridas 
y jirones de carne en los asfaltos 
por el débil de espíritu.
Más de nada valió, 
y me negaron, 
por menos de treinta piezas 
de moneda devaluada 
me vendieron varias veces. 
Cargué vigas de ignominia 
donde me expusieron 
los sicarios de la envidia. 
No resucité de ninguna muerte, 
pues aun no vino el finiquito, 
pero, 
en verdad os digo, 
que no seré yo 
quién os redima. 


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