Nunca lo dije
pero bien estaría reconocerlo.
Te llegó el retal de mi entidad,
exceso de tendedero
con reflejos latentes de ráfagas de mal viento
que bien maldito fuera.
Algo de erosión en lo abrasivo
de tanto asfalto profanado
y las carencias,
alguna grandeza en el gesto,
maleado material de tahúr fallido.
En esto que parecía que tardía fertilidad se cuajaba
y las ternuras se fraguaron
en los serenos lechos de los hayedos.
Mas llegó lo moribundo y lo mutilado
en esta viudedad que vocación parece
por prórrogas a contrato de obra y en precario.
Nunca lo dije,
bien estaría reconocerlo
antes de toda esta nada que se me envuelve.
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