Tranquilos,
no iré a vuestra casa ni rozaré el aldabón,
no soy digno de que entréis en mis afueras
pero un verso mío podría degollaros.
Quedaos todo lo que olvidé en el salón
aquella noche etílica de flores transplantadas
y quemad el álbum de fotos
la próxima velada de chimenea en salsa verde.
No habrá mensaje ni llamada extraviada
y podréis aliviaros del mínimo interés a tasa efectiva.
No os haré presentes ni en la alusión
pero dejadme un sendero para mis fugas sin tocata,
mis interludios que no os llegarán si cerráis las acequias,
como bien os recomiendo.
Hora era ya de romper los vínculos a sierra radial
y habitarnos tan solo en el reojo.
De vez en cuando leeré vuestros grabados en los árboles
pero no haré muesca de navaja
ni cuando os parta el rayo cesante.
Tranquilos,
todo es mentira
cual vosotros ni existís.
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