lunes, 30 de noviembre de 2020

EL ÁRBOL QUE ME LLAMA


A veces escucho al árbol que me llama. 

No contesto y me envía hojas doradas 
o gorriones borrachos de trino monocorde. 

Desde el torreón me distancio de la especie 
y me siento monolito a la deriva en las mareas, 

poco más, 
poco más para alianzas y disidencias 
y todo me importa casi nada. 

A veces escucho al árbol que me increpa 
para que examine semejantes 
y a veces le digo que en las raíces obtendrá toda respuesta, 
por burlarme, 
por mostrarme oleico, 
impermeable. 

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