martes, 24 de noviembre de 2020

LO VI

 Yo vi el destello de la daga 
mientras dormíais vuestras noches de jengibre, 
ajenos a los vertederos que cantabais 
en escala menor, 
dignos hijos de los juglares. 

Porque existen los rincones 
y las vueltas de esquina a voz en grito, 
los viaductos definitivos 
y los abismos domésticos. 

Vi el estampido y el silencio blanco, 
el silencio negro y el silencio, 
el silencio que se impregna agridulce 
en la hebra. 

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